Como siempre digo, cada carrera es un reto distinto, ni una es igual a otra, aunque corras la misma todos los años. En este caso, toca hablar sobre el Diamante Trail Nocturno. Siempre hay una primera vez para todo, y ayer fue la primera vez que no terminé una carrera, no tomé foto en la meta y no recogí mi medalla, y no porque me haya lesionado o me haya rendido, esta vez fueron circunstancias más complicadas opino yo. Nos quedamos varados en la cima de la montaña sin poder encontrar el camino de regreso.
De esto trata este post, de las adversidades que te pone Dios en el camino para hacerte más fuerte.
Les platico…
La noche de ayer, mi amiga Gaby y yo fuimos a la carrera del Diamante 15k trail nocturno, era la segunda vez que la corríamos. Estaba muy entusiasmada porque los caminos en medio del bosque a la luz de la luna y las estrellas son geniales, la vista al llegar a las antenas famosas es preciosa, esa era la recompensa de la carrera.
Salimos juntas de la meta en punto de las 8pm a ritmo suave, empalmadas de ropa deportiva, blusa de manga larga, sudadera, chaleco, guantes, buff en el cuello y en la cabeza para el frio. La primera vez que iba a usar mi mochila de hidratación que había sido regalo de cumpleaños de mi mamá, así que la traía en el pensamiento y las buenas vibras de familia y amigos.
Todo iba excelente, hasta que en un punto de la ruta se me dobló el pie y después se me cayó el celular, así que esos momentos que me paré hicieron que nos dejara la gente y nos quedáramos sólo Gaby y yo en el trayecto oscuro. Hubo un instante como en el km 7 que no se veia nada porque entre más subíamos más neblina había, y no se escuchaba ningún ruido o se veía ni una luz y le comenté a Gaby, » este no es el camino, no hay nadie» le dije a Gaby que sonara el silbato para que nos escucharan, pero seguimos avanzando y yo rezando que se vieran luces y si, ahí estaban más adelante, las señales del siguiente trayecto, la subida a las antenas.
Respiramos cuando los vimos a todos y empezamos a subir la cuesta poco a poco, porque es lo más difícil, está súper empinada, y esta vez se me hizo eterna, la neblina cada vez era más intensa y no se veía nada, Iba escuchando la canción «Brave de Don Diablo y Jessie J» y me mantenía con la motivación, I’m brave, I’m so brave. Llegamos a la cima y oh sorpresa! No se apreciaba la bonita vista de Saltillo, la neblina la opacaba, así que pensé, ni toda la friega de la subida tan pesada hahaha pero bueno, aprovechamos para tomar la foto como todos los que estaban arriba y ahora sí listas para lo que sigue.

Al momento de bajar, la persona que estaba arriba de staff se quedó tomando fotos en vez de dar indicaciones del camino de regreso, así que asumimos que sólo había una ruta. Gaby iba adelante de mi en el regreso, y me acuerdo que me sentí desubicada, como que presentía que ese no era el camino, no estaba la cuesta empinada como la habíamos subido, así que tratamos de regresar al punto de las antenas. Me acuerdo que pedí mucho a los ángeles y arcángeles que nos protegieran y nos guiaran, e invoqué al arcángel Miguel, por favor cúbrenos con tu luz y no nos dejes solas, protégenos. En eso me doy cuenta que atrás de mi venía otro chavo, siguiéndonos porque pensaba que sabíamos el camino hahaa y cuál fue su sorpresa al darnos cuenta que nos habíamos perdido.

Pero ya con él, no estábamos solas, nos sentíamos de cierta forma protegidas y en calma. Regresamos al punto de las antenas donde estaba el equipo de staff para tratar de encontrar el camino pero fue en vano, ya no estaban, asumieron que todos bajaron y que no había nadie perdido, de haberse esperado 20 minutos más arriba, nada hubiera pasado. Así que por más que usamos el silbato y gritábamos no nos escuchaba nadie. Dimos como mil vueltas en círculo, sin poder salir ni encontrar la salida. Llegamos a otras antenas y a un cuarto de telecomunicaciones y una reja una y otra vez, nos empezó a dar frío y hambre.
Con mi GPS veíamos hacia dónde teníamos que ir pero no dábamos con el mentado camino de regreso, el que debía ser. El frío era cada vez más y más intenso, la neblina nos impedía ver más allá de los pies y las lámparas no estaban tan intensas como requeríamos la luz en esas circunstancias de neblina. Tratamos de ser lo más positivos posible y mantener la calma los 3 y de reirnos de la aventura, en eso, paramos por un momento y nos dice el chavo, «oigan cómo se llaman yo me llamo Miguel… y yo whattttt???¡¡¡ Dije omggg, es real?? Recordé que le recé al Arcángel Miguel y pensé me, escuchó y se hizo presente!!, literal un ángel estaba con nosotras cuidándonos en ese momento de angustia e impotencia, sin él hubiéramos entrado en pánico total, pero nos proporcionaba paz y tranquilidad.
Después de mil vueltas y no dar con la bajada, traté de llamar a Rodo el organizador de la carrera, gracias a Dios salió la llamada y le platiqué que estábamos perdidos, quiénes estaban conmigo y que por más que buscábamos no lográbamos salir, no me entendía mucho porque se cortaba la llamada. Mandé ubicación y se hicieron varias llamadas de mi celular, que de pura suerte funcionaba la señal. Literal no había nadie, ya todos habían bajado, staff y corredores, y nosotros ahí en medio de la nada, con frío, hambre y sin ver nada, a ciegas.
Fueron como 3 horas y media de estar así, buscando, perdidos, sin encontrar el rumbo, caminamos como 3 kms en puros círculos, con 10% de batería angustiados, me entraban llamadas de mi familia y no quería ni contestar ni decirles nada, por no angustiarlos ni gastar pila. Además si compartía la situación delicada, para mi era como aceptar que estábamos perdidos y en peligro. Fueron las 3 horas más largas de mi vida, eternas. Me dijo Rodo vamos a tratar de subir por el camino del 4 y cuando escuches una corneta gritas y usas el silbato, ponte la manta térmica me dijo, y ahí, en ese comentario, nos pusimos en pánico y sentía el nudo en la garganta, me aguanté las ganas de llorar y dije ok, tiene que venir, estoy con más personas, no estoy sola, y pidiendo que me durara la batería y llegaran pronto por nosotros, se tardaron como 1 hora en llegar, o al menos se me hizo muchoo el tiempo de espera.
Mandar fotos del punto de ubicación era inútil, se veían borrosas todas y con el frío pues temblando y muy apenas, comiendo unos chocolates que llevaba para matar el hambre.
Me entra una llamada de mi papá y no quería decir lo que estaba pasando, así que nomás le comenté que estaba aún en la carrera y no terminaba y que tenía que colgar porque no tenía batería.
Seguimos caminando, en círculo haha y varias vueltas más, hasta que dijimos ya, basta, les dije vamos a sentarnos y dejar de movernos para que nos encuentren, y nos sentamos Gaby y yo en un espacio de ahi de las antenas. Pensaba no es posible que hace unos instantes aquí estábamos y después de unos minutos ya estaba solo completamente. Ahí si pensé chinnn ahora síi a usar manta y hasta el amanecer para poder ver mejor y regresar, en el peor de los casos que no fueran por nosotros. Y sí, Gaby ya tenía mucho frío y se cubrió con la manta térmica, yo trataba de pensar ya vienen, ya vienen, porque llega un punto que dices, con que no haya animales por aquí o algún oso haha, ahí sí tenía mucho frío y estaba temblando.
Miguel tratando de hacer llamadas a una amiga de él y averiguando por dónde bajar, nos dijo «no me daré por vencido, no me gusta rendirme, vamos a seguir caminando para que no nos de frio». Yo ya estaba súper harta y cansada de angustia y desesperación, pero encontró finalmente el camino correcto, nos paramos Gaby y yo y empezamos a bajar por ahí. Más adelante se escuchó la corneta y Miguel grita «ya viene una camioneta!!» Empecé a gritar y usar el silbato, como Rose de la película de Titanic haha, ya se me afiguraba que estábamos como la serie de Survivor o Lost, o la película de Náufrago, que te sientes solo sin ayuda alrededor, pero cuando sonó la corneta, respiré y sentí un gran alivio, ya quería llegar a casa y estar calientita.

Para cuando nos recogieron en la camioneta ya eran las 12 de la noche, ya habían quitado la meta, y aún con las luces de la camioneta, especiales no se venía nada!! Ahora imaginen con nuestras headlamps para el trail pues menos, nos apoyábamos con la luz de las celulares también.
Fue en ese momento, arriba de la camioneta que le hablé a mi papá para avisarle que estaba bien y que había llegado, pero sin mencionar el incidente.

Doy gracias a Dios porque no estuvimos solas, nos mandó a un ángel para cuidarnos y sentirnos seguras siempre, en calma, gracias Miguel por mantenernos a salvo y protegernos las 3:30 horas que estuvimos juntos, te estaré eternamente agradecida Miguel de Aguascalientes.
Algunas de las mejores lecciones se aprenden en los momentos más difíciles.
Aprendizaje de vida
La montaña es mi gran maestra, en esta aventura aprendí a ser fuerte y ser positiva siempre, a pesar de las adversidades y obstáculos que se presenten en el camino, tú decides como reaccionas, si te exaltas y entras en pánico con todo el estrés del mundo, o confías en Dios y los ángeles que te escuchan, y mantienes la calma. No sirve de nada enojarte, mejor mantente tranquila, es fácil decirlo, si, pero es un gran reto, sólo el que esté en esa situación puede entenderlo.
Además de la fuerza, también me enseñó que el trabajo en equipo es muy importante, confiar en tus compañeros porque la unión hace la fuerza, cuanto más unidos mucho mejor, y así fue, siempre estuvimos juntos, nunca nos abandonamos.
Y finalmente, me enseñó a valorar mi vida, de una manera que no se imaginan, porque vida solo hay una, y mi vida estaba en peligro. Doy gracias porque llegué a mi casa sana y salva, aprender a levantarte después de una caída siempre es importante. Una gran aventura que ahora nos da risa pero que fue un gran aprendizaje, esa es mi medalla.
Nunca subestimes a la montaña, es de mucho respeto, toma siempre tus precauciones y lleva siempre suministros extras. Nunca vayas solo en el camino, aunque tengas que ir más lento pero siempre ve acompañado de más compañeros. Disfruta el momento, el aquí y el ahora y a pesar de la situación en la que te encuentres, toma siempre la mejor actitud, la más positiva y si puedes ríete y encuentrale el humor, aunque las cosas no siempre salgan como tú esperas, pero siempre hay un mensaje o una enseñanza detrás.
Gracias partner Gaby por todo! Ahora compartimos esta aventura que nos hizo más fuertes, más positivas y más unidas! Te quiero mucho!!
Besos a todos.
Claudia C.
Un pensamiento